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domingo, 29 de diciembre de 2019

Surgen complicaciones: la trombosis

El día 31 de julio fue un día especial para mí. 
Y lo recuerdo perfectamente porque es el día del cumpleaños de mi hija. Ese día hacía 5 años. Me esperaba un día "movidito" preparando el cumple, pero tenía mucha ilusión y deseaba que ese día fuera muy especial para mi peque. Pero a veces las cosas no salen como las planificamos, y ese día se complicó un poco.

Todo empezó nada más levantarme. Me dolía el brazo izquierdo, el del PICC. No era un dolor fuerte, sino sordo. Era una sensación parecida a cuando haces mucho ejercicio y te duelen los músculos. De hecho, pensé que quizá me había pasado cogiendo a mi hijo el día anterior y por eso me molestaba el brazo. Pero también empecé a notar que se me estaban hinchando el brazo y la mano. Tuve que preguntar a mi hermana si ella también me notaba la mano mas hinchada, porque era algo sutil y realmente tenía mis dudas sobre el aumento de tamaño de mi extremidad. Mi hermana confirmó mi sospecha, ya que ella también notaba que mi mano estaba más hinchada.

Lo primero que hice fue quitarme del dedo la alianza matrimonial, porque si la mano continuaba aumentando de tamaño, el anillo comprimiría el dedo y sería complicado sacármelo.
Y lo segundo que hice fue acudir a la consulta de enfermería de oncología. Tuve que esperar un buen rato hasta que me tocó mi turno.
La cosa iba muy lenta, y yo tenía que preparar una fiesta. Así que me armé de paciencia y organicé todo con mi esposo y mi hermana para que se ocuparan del cumpleaños.

La enfermera habló con mi oncóloga y me solicitó una ecografía Doppler, para descartar una trombosis.
Estuve esperando más de una hora a que me hicieran la prueba. Cuando por fin me llegó el turno, pasé a la sala en la que la radióloga me hizo la ecografía. Me comentó que ya había hecho varias ecografías a pacientes de quimioterapia por sospecha de trombosis, pero que todas habían salido negativas. Sin embargo yo fui la excepción de esa mañana y me confirmó que tenía una trombosis venosa profunda (TVP), "de libro".

¿Qué es una trombosis venosa profunda (TVP)? Una TVP aparece cuando se produce un trombo (coágulo) en una vena profunda del cuerpo. No hay que confundirlo con la tromboflebitis de las venas superficiales (TVS), que es un proceso menos grave.
Lo más frecuente es que ocurra en las venas de las piernas, pero puede ocurrir en cualquier localización. Los síntomas que suele dar son dolor, inflamación, enrojecimiento y sensación de calor. Aunque  no siempre aparecen todos los síntomas e incluso puede no dar síntomas.
Es un proceso grave porque existe el riesgo de que los trombos de la vena se suelten y lleguen a los pulmones, el corazón o el cerebro. Por eso, ante la sospecha de una trombosis, hay que acudir al médico, para empezar el tratamiento cuanto antes.

El tratamiento consiste en pincharse heparinas de bajo peso molecular, que hacen más fluida la sangre. A mí me pautaron Innohep durante 4 meses.
Las heparinas se inyectan por vía subcutánea, generalmente en el abdomen, aunque se pueden poner en otras zonas como los muslos.
Quizá puede dar un poco de miedo autoinyectarse la heparina, pero es bastante fácil y casi indoloro.

Aquí os dejo unos links de sitios en los que explican cómo ponerse la heparina:
https://www.hmhospitales.com/usuario-hm/apuntes-de-salud/heparina-administracion
https://www.youtube.com/watch?v=g4HOHXM8-gQ

Recordad que las jeringas no se deben tirar a la basura, sino que hay que depositarlas en recipientes especiales que os pueden facilitar en el centro de salud (suelen ser de color amarillo).

Otra opción es utilizar una botella de plástico de alguna bebida o refresco y almacenarlas allí hasta que se llene.

Cuando los recipientes ya estén completos hay que llevarlos al sitio que nos hayan recomendado. Puede ser el centro de salud o un punto limpio. Por ejemplo, aquí en Pamplona hay que llevarlo a un Punto Limpio.


Mi consejo hoy es que estéis atentas a vuestro cuerpo y cuando notéis algo fuera de lo habitual se lo comentéis a vuestro médico. La mayoría de las veces no será nada importante, pero en ocasiones puede haber algún problema que sea necesario valorar.


"Las cosas no salen mal para amargarte o rendirte. Son para romperte y reconstruirte, y que puedas ser todo lo que debas ser." C. Jones.

martes, 3 de diciembre de 2019

Segundo tipo de quimioterapia: taxoles

Después de la primera tanda de quimioterapia con antraciclinas, empecé con los taxoles, que es el otro tipo de quimio que me tenían que dar. En concreto, el fármaco utilizado era el paclitaxel.

Los taxoles se ponen una vez a la semana, no como las antraciclinas que se suelen poner cada 3 semanas. Así que me esperaban 12 semanas de tratamiento con paclitaxel.
La sesión dura unas dos horas, ya que primero pasan la pre-medicación, que son tres goteros distintos, con sus respectivos  sueros de lavado. Los fármacos que se utilizan son dexametasona (un corticoide), ranitidina y polaramine (un antihistaminico).
Un efecto del polaramine es que da sueño, así que me pasaba la mitad del proceso dormitando. Imposible leer, porque me quedaba "frita" en poco tiempo.


Esta quimioterapia se tolera mejor y no suele producir bajadas de defensas importante, aunque también tiene sus efectos secundarios.
Uno de los efectos adversos que puede dar son las reacciones alérgicas. De hecho, en la primera sesión la enfermera se quedó a mi lado durante los 10 minutos iniciales mientras me administraban el paclitaxel. Esto lo hacen porque en el caso de que se produzca una reacción alérgica, suele ocurrir durante este período. Te explican que si notas cualquier síntoma extraño (picor, calor, escalofríos, dificultad para respirar, etc) debes avisar inmediatamente.
Durante las primeras 5 semanas, la enfermera se sentó junto a mi al principio, preparada para poner medicación en el caso de que tuviera una reacción alérgica. Si no se produce ninguna reacción en estas sesiones, es poco probable que ocurra en las siguientes y ya no es necesaria una vigilancia tan estrecha. Pero siempre hay que estar atentas por si aparece una reacción alérgica.

Otros efectos de los taxoles son:
- Caída del cabello. Continué sin pelo durante todas las semanas del tratamiento.
- Neurotoxicidad. Es una toxicidad que afecta a los nervios, produciendo hormigueos y entumecimiento de manos y pies. Yo empecé a notar los dedos de los pies como "dormidos" a partir de la octava sesión. Aún a día de hoy, dos meses y medio después de recibir la última sesión, continua el entumecimiento de los dedos del pie izquierdo. Se supone que con el tiempo estos síntomas desaparecen, aunque en algunas personas pueden persistir por muchos años.
- Astenia o cansancio. Durante las semanas que duró el tratamiento me sentí muy cansada. Es un cansancio distinto al habitual, no se bien como explicarlo. Yo decía, en broma, que era como si un vampiro me hubiera absorbido toda la energía.
- Elevación de las enzimas hepáticas. En mi caso sólo se elevaron en una ocasión y en el siguiente análisis ya estaban en sus valores normales. Afortunadamente no fue necesario suspender el tratamiento.
- Presión arterial baja. Algunos días, cuando salía de la sesión, parecía que había visto a un fantasma. Estaba blanca, débil, incluso a veces tenía temblores. Pero poco a poco iba recuperándome.
- Anemia y disminución de las defensas. Tuve anemia y leucopenia, pero no a niveles tan bajos como para suspender el tratamiento.

Existen otros efectos negativos secundarios al uso de los taxoles, pero gracias a Dios yo no los experimenté. Los mas comunes son:
- Náuseas, vómitos y diarrea.
- Llagas en la boca.
- Alteración de las uñas, que se suelen oscurecer.
- Dolores articulares y musculares.


Algunos consejos mientras estamos en tratamiento con taxoles:
- Hay que protegerse del sol, ya que produce fotosensibilidad. Se debe usar protección solar siempre, evitar la exposición prolongada al sol y usar gafas de sol.
- Beber abundante agua.
- Descansar mucho.
- Llevar una alimentación adecuada, rica en frutas y verduras.
- Usar un cepillo de dientes suave.
- Lavarse las manos con frecuencia y evitar a las personas enfermas.

Y, de sesión en sesión, fueron pasando las 12 semanas. Han sido 3 meses extraños, un verano "robado", huyendo del sol y visitando el hospital todos los jueves. Pero es algo que había que hacer, es parte del proceso de la lucha contra el cáncer.
Ha sido duro, pero he tenido el apoyo de mi familia y amigos. Además con mis peques todo el día en casa, de vacaciones, no he tenido mucho tiempo para pensar en mí. Y gracias a Dios, pude acabar el tratamiento sin ningún retraso.

"La mejor forma de tener paciencia es estar haciendo otra cosa mientras tanto."









jueves, 21 de noviembre de 2019

Remedios milagrosos para el cáncer

Una de las cosas que suelen pasar cuando te diagnostican cáncer, es que recibes muchos consejos de familiares y amigos con "trucos" para vencer al "enemigo." 
En cierta forma es algo lógico que tus seres queridos se preocupen por ti y quieran ayudar. Por eso buscan remedios en internet, en libros o comparten lo que les dijo un amigo que superó el cáncer.

El mundo de los remedios naturales contra el cáncer es enormemente amplio, y abarca el uso de dietas, plantas, frutas, pastillas, terapias orientales, etc. 
Como profesional de la salud conozco este tema desde hace muchos años, mucho antes de que me diagnosticaran cáncer de mama. Y a pesar de vivir en la era de la información es bastante fácil caer en la desinformación, porque aunque podemos acceder a muchos datos carecemos de las herramientas para filtrarlos y seleccionarlos adecuadamente.

He leído que el bicarbonato cura el cáncer, que el limón cura el cáncer, que el MMS (una sustancia química parecida a la lejía) cura el cáncer, que la dieta alcalina cura el cáncer,....
Hay tantas teorías circulando por ahí que una ya no sabe qué creer. ¿Será que algunos de estos remedios funcionan?
Me gustaría decir que sí, que existe un remedio sencillo para acabar con el cáncer, pero no puedo, porque estaría faltando a la verdad. El cáncer es un tema complejo y necesita un abordaje también complejo. 
Una frase que ilustra este tema con bastante exactitud es: "Si algo es demasiado bueno para ser verdad, probablemente es porque no sea verdad".

Por eso, mi consejo es que seáis prudentes. No os dejéis seducir por los "remedios" sencillos y sin efectos secundarios que circulan por ahí. Tenéis que confiar en vuestro oncólogo, porque lo único que ha demostrado que mejora la supervivencia en el cáncer es la medicina científica.

Enfrentarse a un cáncer no es fácil. Someterse a un tratamiento con quimioterapia y radioterapia es duro. No sólo tiene efectos secundarios inmediatos, sino que también afecta al organismo a largo plazo, predisponiendo a padecer otras enfermedades muchos años después.
Entiendo que muchas personas busquen alternativas menos agresivas, más "naturales", para luchar contra el cáncer. Pero no existen los atajos en la lucha contra el cáncer.

Con esto no quiero decir que no podamos hacer nada y que simplemente debamos adoptar un papel pasivo en esta enfermedad. Como pacientes podemos hacer muchas cosas, que se pueden resumir en adoptar un estilo de vida saludable. Dejar el tabaco, el alcohol y las drogas. Hacer ejercicio de forma habitual, mantener un peso correcto y llevar una dieta saludable. Evitar el estrés, dormir lo suficiente a las horas adecuadas y mantener una actitud positiva.
Parece algo fácil de hacer, pero no lo es. Pocas personas pueden decir que cumplen todos los puntos mencionados. Pero es importante que nos cuidemos para que nuestro cuerpo pueda enfrentarse de la mejor forma posible al cáncer y minimizar los efectos secundarios de los tratamientos.

Un libro que me ha gustado mucho y trata estos temas con bastante rigor es el libro "Dieta y cáncer. Qué puede y que no puede hacer tu alimentación". Sus autores son el nutricionista Julio Basulto y el biólogo y también nutricionista Juanjo Cáceres.
Es un libro que se lee fácilmente y que os recomiendo con total sinceridad.

En resumen, lo que hoy os he querido transmitir es que lo único que ha demostrado mejorar la supervivencia en el cáncer es la medicina científica y el ejercicio físico. Que el tratamiento científico del cáncer (quimio, radio, cirugía, inmunoterapia, etc.), aunque imperfecto y con muchos efectos secundarios, es lo único que funciona. Y que nuestra labor en esta enfermedad se centra en cuidar nuestro cuerpo para enfrentarnos de la mejor forma posible a esta enfermedad.


"Los atajos cortos traen retrasos largos" J.R.R. Tolkien

lunes, 14 de octubre de 2019

Mis pobres venas y el PICC

Hoy os voy a hablar de una parte del cuerpo que también sufre los efectos de la quimioterapia: las venas.
La adriamicina (el gotero rojo) puede afectar a las venas "quemándolas". Es una sustancia vesicante, que produce un gran daño en los tejidos, pudiendo afectar de manera importante a las venas por las que es administrada.

Un dato que no había mencionado antes es que el brazo del lado del tumor no se puede utilizar ni para los análisis ni para los tratamientos. Así, en mi caso, todos los goteros y todos los análisis se hacen en el brazo izquierdo (mi tumor está en la mama derecha).

Desde que empezó el proceso, me han hecho 4 pruebas de imagen con contraste intravenoso, un mínimo de 21 análisis de sangre y me han puesto 16 goteros con quimio. Realmente en cada sesión te ponen más de un gotero, pero como se utiliza una sola vía, solo recibes un pinchazo por sesión. Por eso digo que me han puesto 16 goteros, aunque en realidad serían muchos más.

Creo que os podéis hacer una idea de lo que "sufren" las venas del único brazo que pueden utilizar. 
En mi caso, al principio todo iba bien. El personal de enfermería no tenía problemas para encontrarme venas aptas para las pruebas, análisis o para recibir el tratamiento. Pero conforme pasaban los días, se iba haciendo más difícil encontrar "buenas venas".

Recuerdo que el día que acudí a urgencias por la fiebre neutropénica, no quería ir al hospital. No quería ir porque sabía que me tendrían que pinchar para hacerme análisis, y tenía las venas tan mal, que un acto tan rutinario como sacar sangre se convertía en un autentico suplicio. De hecho, en urgencias me pincharon 4 veces hasta que por fin lograron encontrar una vena decente.

Dada la situación, durante el ingreso me pusieron un PICC (Catéter Central de Inserción Periférica). Básicamente es un catéter (tubo flexible, fino y hueco) que se inserta en la parte superior del brazo, por encima de la flexura del codo y termina en la vena cava superior. 
El proceso de inserción no es doloroso (te ponen anestesia local) y es relativamente rápido, aunque dura unos cuantos minutos.

En esta imagen podéis ver exactamente qué es un PICC.
A partir de ese momento, ya no sería necesario volver a pincharme para sacarme sangre o para administrarme la quimioterapia, ya que todo se hace a través del PICC.

Esto supuso un gran alivio para mis venas. Imaginad que ni siquiera podía ponerme el reloj en la muñeca porque me dolía todo el recorrido de las venas del brazo. Pero ahora podrían descansar y recuperarse.


Recomendaciones para los pacientes portadores de un PICC:


1. Observar diariamente el punto de inserción. Está cubierto por un pósito transparente para poder verlo. En la imagen podéis ver mi PICC, dos días después de recibir el alta del ingreso.
2. Mantener la zona limpia. No se debe tocar el catéter. Si se manipula hay que lavarse muy bien las manos.
3. Mantener el PICC seco. Al ducharse hay que cubrir el PICC con film transparente de cocina o con manguitos diseñados para ello. No se recomienda sumergir el PICC en el agua, ni en el mar ni en la piscina, ya que se consideran aguas potencialmente contaminadas.
4. Evitar dañar el PICC. Hay que tener cuidado al utilizar objetos cortantes que puedan dañar el PICC, como cuchillos o tijeras. Hay que llevarlo cubierto con una malla para evitar que se enganche.
5. Utilizar el brazo. Es importante no dejar de utilizar el brazo, aunque sea un poco molesto. La falta de movimiento puede provocar una trombosis.
6. Evitar actividades que exigen movimientos excesivos del brazo (tenis, pádel, etc). No se deben levantar pesos de más de 4 kilos.
7. Acudir 1 vez a la semana al hospital o centro de salud para hacer la cura del PICC. Cada semana hay que cambiar el apósito, limpiar zona de inserción y zona externa del catéter. Se infunde suero fisiológico y se sella con heparina y presión positiva.

Mi experiencia personal con el PICC fue una relación de amor-odio.
Por un lado me permitió descansar de los pinchazos y hacer mucho más cómodo todo el proceso. Pero llevé el PICC unos 4 meses, y en cierta forma, mi vida se vió limitada.
Lo que más me molestaba era el no poder coger pesos, ya que mi hijo pequeño tiene 2 años. Y claro, aún necesita mucho a su mamá, no sólo para llevarlo en brazos, sino para subirle al cambiador y limpiarle el culete, para meterlo y sacarlo de la bañera, para subirle a los columpios, etc. Aunque siempre cargaba todo en el otro brazo, el límite de los 4 kilos fue algo difícil de acatar y en ese punto no fui muy buena paciente.
Tampoco pude ir a la piscina ni bañarme en el mar en todo el verano. Y el acto de ducharme por las mañanas se hacía algo más engorroso porque tenía que estar pendiente de ponerme el manguito, quitarlo con cuidado y dejarlo secando al sol.
En fin, que aunque es relativamente cómodo, después de 4 meses sólo deseaba quitármelo de una vez por todas.

PICC a la moda. Como ya he explicado antes, el PICC debe llevarse cubierto. En el hospital te dan una malla blanca para cubrirlo, pero puedes comprar manguitos de tela especiales, o, si eres mañosa, confeccionarte un manguito tú misma, incluso con calcetines viejos.
Aunque me encantan las manualidades, no tenía ganas de ponerme a fabricar un manguito, así que decidí comprármelo por internet. Puedes encontrar manguitos en muchas tiendas. En España la mayoría que he visto son negros. Pero me apetecía llevar también algo más alegre, así que en Etsy.com encontré unos "PICC covers" muy bonitos.

Aquí os dejo el enlace a algunos de los sitios en los que podéis encontrar PICC covers. Por supuesto, también hay en Amazon y en tiendas físicas:
https://www.etsy.com/market/picc_line_cover
https://www.tienda.sorevan.com/producto/m65-limbo-picc-para-codo-adulto-m/
https://www.tienda.sorevan.com/producto/picc-perfect-2-0-protector-cateter/









miércoles, 2 de octubre de 2019

Bajada de defensas e ingreso

Los días fueron pasando y llegó el día de mi segunda sesión con antraciclinas, que fue el día 25 de abril. Lo normal es que sea cada 21 días, pero a veces no es posible cuadrar bien las fechas y en esta ocasión fue a los 23 días de la primera. 
Los análisis previos al tratamiento estaban perfectos, sin anemia y con los leucocitos (coloquialmente conocidos como defensas) en niveles normales.
Yo estaba muy contenta porque no me encontraba excesivamente mal y los análisis me salían bien.

El 16 de mayo recibí la tercera sesión con antraciclinas. Hacía ya unas dos semanas que se me había caído el pelo, así que usaba los pañuelos.
Debo reconocer que fuí a mi sesión con un poco de miedo, ya que estaba con un catarro desde hacía unos días. En principio no era nada grave, lo típico, estornudos y mocos. Pero sin fiebre.

Cuando estás con quimio, la fiebre es un síntoma que debemos controlar. Te lo dejan bien claro. Si presentas fiebre de 38ºC o más, hay que ir a Urgencias. Y, ¿por qué? Porque uno de los efectos secundarios de la quimioterapia es la neutropenia. Es decir, la bajada de las defensas del cuerpo (los leucocitos o glóbulos blancos), en especial de un tipo de leucocitos llamados neutrófilos.
Nuestros glóbulos blancos son los que nos defienden de las infecciones. Pero si están muy bajos no pueden realizar su función, y cualquier infección, que en una persona normal no daría ningún problema, se puede convertir en un riesgo para la vida en alguien en tratamiento quimioterápico.
La fiebre en un contexto de bajada importante de los neutrófilos se llama fiebre neutropénica.
Podríamos decir que la quimioterapia "mata" a nuestros leucocitos, dejando un sistema inmune debilitado.


¿Os acordáis de la maravillosa serie de dibujos "Erase una vez el cuerpo humano"? Ahí podemos "ver" a los neutrófilos. Eran los policías que vigilaban que todo estuviera en orden y se comían a los microbios con malas intenciones que entraban en el cuerpo.

Esta serie de dibujos me encanta y es muy didáctica. Yo la tengo en DVD y estoy deseando ponérsela a mis hijos.



El día de mi tercera sesión los análisis no me salieron muy bien, ya que tenía las defensas bajas. Pero, sin llegar a niveles que contraindicaran recibir el tratamiento. Y como no tenía fiebre y mi estado general era bueno, pasé al box a recibir mis goteros. No obstante, como precaución me solicitaron un análisis de control a los 9 días.

Los días posteriores al tratamiento fueron algo duros, con el malestar típico de la quimio al que se añadía el catarro, que no terminaba de mejorar nunca. Me encontraba muy cansada, no tenía ganas de nada, solo de estar sentada en el sofá. Tenía unas décimas de fiebre, pero siempre por debajo de 38ºC.
Los análisis de control me salieron bien y las defensas habían subido, así que me tranquilicé. Pero el catarro no se curaba y 4 días después de los análisis empecé con fiebre de 38ºC. Así que acudí a urgencias, donde confirmaron que tenía fiebre neutropénica. Me ingresaron en una habitación individual y me pusieron antibióticos intravenosos. Había que ayudar al cuerpo a luchar contra la infección.

Estuve 5 días ingresada. La evolución fue favorable, aunque tuvieron que pincharme filgrastim , que es un fármaco que estimula a la médula ósea para producir glóbulos blancos. Uno de los efectos secundarios que puede dar es dolor óseo, ya que la médula ósea (como su nombre indica) se encuentra en los huesos. Pero, gracias a Dios, yo no tuve ningún efecto secundario.
Una vez que la fiebre me bajó y las defensas me subieron a niveles aceptables, me dieron el alta, aunque tuve que seguir tomando antibiótico varios días.

Este ingreso me volvió un poco "paranoica" con las infecciones, aunque poco a poco me fui relajando y volviendo a la normalidad.
No hay que obsesionarse con la posibilidad de coger una infección, pero si que es recomendable seguir unos consejos para evitarlas:

- Lavarse las manos. Es muy importante que nos lavemos las manos con frecuencia, incluso las personas que viven con nosotras deberían extremar la higiene de manos. Si no disponemos de agua y jabón se puede utilizar un desinfectante de manos con base de alcohol.
- Mantener una buena higiene bucal. No nos olvidemos de lavar nuestros dientes después de cada comida.
- Evitar a las personas con alguna enfermedad infecciosa (gripe, catarro, anginas, etc).
- Evitar el contacto con personas (niños y adultos) que hayan recibido vacunas con virus vivos (sarampión, rubeola, gripe, etc)
- Cuidar la piel y evitar heridas. Una herida en la piel, al cortarse las cutículas, una quemadura, etc. se pueden convertir en una puerta de entrada a una infección.

Hay situaciones que para mí se hacen más difíciles de manejar, ya que tengo dos "monstruitos" en casa que complican un poco la situación. Ya sabéis que los niños pequeños en etapa escolar se acatarran con frecuencia. De hecho, desde que mis hijos empezaron en el colé/guardería, me contagiaron infecciones varias como anginas (hacía más de 20 años que no tenía anginas!), conjuntivitis, catarros, etc.
Ellos no tienen cuidado a la hora de estornudar, te tocan con las manos sucias, te besan aunque estén enfermos, etc. Y claro, yo no iba a dejar de besarlos y abrazarlos, porque se me haría insoportable. Así que intenté extremar la higiene con ellos,  aún sabiendo que era complicado. Debemos hacer todo lo que esté de nuestra parte para evitar las infecciones.

Aquí os dejo un enlace para un libro con consejos y recetas para distintas situaciones que pueden aparecer cuando estás en tratamiento con quimioterapia:
https://www.aeasarcomas.org/media/files/recetasPfizerII.pdf


"Nunca sabes lo fuerte que eres, hasta que ser fuerte es la única opción que te queda." Bob Marley


martes, 17 de septiembre de 2019

Dar la noticia a los peques

Un momento que tarde o temprano llega cuando te diagnostican cáncer de mama es cómo dar la noticia a la familia y a los amigos. Incluso se puede plantear la opción de no decir nada a nadie. 
Cada mujer afrontará esta situación de una forma u otra, según sus circunstancias personales. Yo contaré mi experiencia, lo que consideré que sería lo más adecuado y lo que me hacía sentir más cómoda.

Cuando comenzó todo, antes del diagnóstico, las primeras personas en enterarse fueron mis hermanos. Creé un grupo de WhatsApp en el que sólo estábamos los hermanos, para mantenerles informados de todo. Naturalmente, mi esposo ya lo sabía, vamos en "pack".
Al principio no quería que más gente lo supiera, no quería preocuparles, especialmente a mi madre. Además, pudiera ser que al final no fuera nada importante, así que no quería alarmar a nadie sin motivo.
Pero me costaba ocultar algo tan importante a la gente que quiero, así que se lo conté a algunas personas más, muy cercanas, cuando se daba la ocasión.

Una vez que me dieron el diagnóstico, fui informando poco a poco a la familia y a los amigos. Con naturalidad, sin miedo. Les expliqué que tenía cáncer de mama, que el pronóstico era bueno y que iba a comenzar el tratamiento con quimioterapia, seguido de cirugía y radioterapia. 
Algunos amigos se sorprendían de escucharme hablar con tanta serenidad, pero a mi no me resultaba extraño estar tan tranquila. Puse mi "carga emocional" en Dios y me preparé para la lucha. 

Pero había algo que teníamos que hacer. Digo teníamos porque esto era un tema para mi marido y para mí, que como pareja debíamos afrontar. Y era informar a los peques.
La verdad es que no buscamos ayuda profesional para este momento, ni siquiera se nos pasó por la mente. Simplemente hablamos de la necesidad de contárselo a los peques. 
En realidad sólo se lo contamos a mi hija mayor, porque el peque tenía 2 añitos, y aunque los niños se enteran de mucho más de lo que creemos, se que con mi hijo no funcionan estas cosas. 
Pero la mayor tenía 4 años, de camino para 5. Y a esta edad si que se pueden contar ciertas cosas, adaptadas a su edad y a su capacidad de comprensión.

Cuando eres médico, en ocasiones te encuentras con la situación de que a un paciente al que se le ha diagnosticado alguna enfermedad terminal, la familia no quiere contarle nada. Lo hacen con la mejor intención, para evitarle el sufrimiento de saber que va a morir. Pero realmente, eso suele empeorar las cosas. Se crea en el hogar un ambiente extraño, con secretos. Esta situación hasta tiene nombre: la conspiración del silencio. Pero el paciente intuye que algo pasa, aunque nadie le quiere contar nada. Y en el fondo, la mayoría sabe qué ocurre, pero no puede desahogarse con nadie porque todos rehuyen contarle la verdad. Creo que lo adecuado es decir la verdad al paciente, con mucho tacto, dando sólo la información que esté dispuesto a recibir. No hace falta dar muchos detalles si no los piden, pero si que deben conocer su situación, para prepararse y poner sus cosas en orden.

Había que informar a mi hija. También tenía derecho a saberlo. Es muy lista, y seguro que aunque intentásemos ocultarle la enfermedad, notaría que algo no iba bien. Quizá hasta se podría sentir culpable de que mama estuviera malita. Con los niños nunca se sabe.
Por eso, le dimos una explicación muy sencilla, algo que pudiera entender. Le dijimos que mamá estaba malita y que le iban a dar una medicación para que se pusiera buena. Que se le iba a caer el pelo, pero que era necesario para ponerse buena, y que luego le volvería a crecer.
Se lo tomó muy bien. No hizo preguntas. Cuando el pelo se me cayó estaba preparada y lo tomó como algo natural.
En el colegio no ha tenido problemas y las profesoras no han notado cambios de comportamiento, así que me siento más tranquila sabiendo que mi peque no está sufriendo por mamá.

Aquí os dejo unos links a páginas que hablan sobre cómo dar la información en estos casos. Dan unas pautas interesantes que os pueden orientar a la hora de afrontar esta situación:
https://www.cancer.org/es/tratamiento/los-ninos-y-el-cancer/cuando-alguien-en-la-familia-tiene-cancer.html


"No prepares el camino para el niño, prepara al niño para el camino."

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Pelos, pañuelos y otras cosillas

Uno de los temas que más suele preocupar cuando nos enfrentamos al tratamiento del cáncer con quimioterapia es la alopecia o pérdida de cabello.
Como en muchas situaciones de la vida, no hay una norma única para todos. No todas las quimioterapias producen caída del pelo, y aún recibiendo el mismo tratamiento, cada persona lo podrá experimentar de una forma distinta.

En general, con los fármacos usados en mi tipo de tumor, el pelo empieza a caerse  a las 2-3 semanas de la primera sesión. Es decir, no se cae el pelo de repente con el primer gotero, si no que suele ser algo gradual, pasados de 15 a 17 días.

Así que tenemos un poco de tiempo para pensar qué podemos hacer con nuestro pelo. 
Básicamente tenemos dos opciones: peluca o pañuelo. No creo que haya una opción mejor que otra, sino que es algo muy personal y cada mujer tiene que elegir con lo que se sienta mas a gusto o cómoda.
Yo no quise llevar peluca. Creo que me sentiría rara llevando una peluca, así que desde el principio decidí que llevaría pañuelo.
He conocido a algunas mujeres que llevaban peluca, y una de las razones que algunas alegaron a la hora de explicar porque escogieron esta opción, fue porque no querían que nadie supiera que estaban enfermas. Al llevar pañuelo, de alguna forma es como anunciar que tienes cáncer. La peluca te permite transmitir una imagen de normalidad que el pañuelo no puede hacer. Por eso, cada mujer debe hacer aquello que mejor vaya con ella, que le haga sentir más cómoda. 

Yo me organicé de la siguiente forma. Pedí hora en mi peluquería habitual a los 17 días de la primera sesión. La idea era cortarme el pelo al uno o al dos, porque se supone que para entonces ya se me habría empezado a caer. 
Existen peluquerías especializadas en oncología que ofrecen una atención personalizada a las mujeres que están pasando por esta situación, con salas individuales para ellas y asesoramiento estético. Yo fui a la de siempre, no busqué nada especial, pero debéis saber que existe esa posibilidad.

Al principio lo que notaba era que cada vez que me cepillaba el cabello o me pasaba la mano por la cabeza, se me caía el pelo a mechones.  
En la imagen se puede ver un mechón de pelo que se me cayó simplemente al pasar la mano con suavidad por la cabeza. Y día tras día, cada vez se hacía más evidente la pérdida. 

La mañana que fui a la peluquería, mi marido vino conmigo. Necesitaba apoyo moral y él no quería dejarme sola en un momento así.
Me llevé varios pañuelos porque no sabía cómo iba a quedar y si tendría que empezar a usarlos ya.

Mi peluquera fue muy amable. Además, no debía ser la primera que acudía por el mismo motivo y sabía cómo manejar la situación.
Así que me senté en el sillón y empezó a hacer su trabajo, que al final decidimos que era raparme al 2. Quizá los hombres estén más acostumbrados a pasarse la maquinilla por la cabeza, pero para mí fue una experiencia totalmente nueva. Y yo, que llegué fuerte, riendo, imaginándome como la teniente Ripley, cuando vi que mi pelo iba cayendo con cada pasada de la maquina, empecé a llorar. No pude controlar las lágrimas.

Pero el momento tristeza pasó rápido y me miré al espejo, con mi pelo corto como nunca antes lo había tenido. Era algo raro verme así, aunque todavia tenía pelo.  Aún no iba a necesitar los pañuelos y el corte de pelo hizo que la transición  hacia la alopecia total fuera menos brusca.
Acepté el cambio y decidí disfrutar de mi nuevo "look". Era muy cómodo, moderno y no tenía que perder un montón de tiempo utilizando el secador tras lavármelo.

Un detalle que me llamó mucho la atención cuando me corté el pelo, fue la sensación del viento en mi cabeza al salir a la calle. ¡Notaba el aire acariciando mi cabeza! Cuando tienes pelo (y yo tenía mucha cantidad de pelo), no notas el aire directamente en el cuero cabelludo. Pero ahora sí que lo notaba. Con los días me fui acostumbrando y dejé de notar esa sensación, pero es algo que me sorprendió mucho.

Afrontar la pérdida del cabello es algo difícil, y cada mujer tiene que buscar lo que le haga sentir mejor. Unas se cortarán el pelo antes y otras no. Algunas elegirán llevar peluca y otras pañuelo. Es una parte del proceso por el que debemos pasar al que cada una se enfrentará de la mejor forma posible.

Si os decidís por llevar pañuelo, debéis saber que en principio no vale cualquier pañuelo. Deben ser oncológicos, porque los hacen con materiales adecuados y están diseñados para adaptarse bien a la cabeza y no dañar el cuero cabelludo. Los venden en tiendas especializadas y no son precisamente baratos.
Yo compré los míos por internet. Con ayuda de mi hermana pequeña estuve buscando en varias páginas. Y he tenido suerte, porque mi hermana me regaló varios pañuelos, y mi tía y una amiga. Así que he podido ir alternando los pañuelos para coordinarlos con la ropa que me ponía.

Aquí os dejo los links de algunas tiendas, por si los necesitáis. Aunque hay muchas más, incluso se pueden comprar por Amazon. Como os he comentado, no suelen ser económicos, pero a veces hay ofertas y puedes encontrar pañuelos muy bien de precio.
https://oncoestetica.es
https://divinaoncobeauty.com
https://www.boutique-cancer-de-mama.es
https://naturasaludybelleza.com/tienda/#

También os dejo el link a una página sobre cáncer creada por enfermeros y enfermeras oncológicos donde podréis encontrar información y consejos interesantes:
http://oncodudas.es

"No hay mal que por bien no venga".

Me gusta este refrán porque es optimista. No quiere decir que todo lo malo siempre vaya a producir un bien. A veces hay males de los que no se obtiene nada bueno. Pero en ocasiones, de algo malo puede surgir algo bueno, una oportunidad de mejora. Y eso es lo que significa este refrán para mí. 











viernes, 6 de septiembre de 2019

La primera sesión

Hace días que  no escribía nada en el blog, pero he estado con una conjuntivitis un poco peleona y me costaba concentrarme. Ahora estoy mejor así que continuaré contando mi experiencia.

El día 2 de abril me dieron la primera sesión de quimioterapia. No estaba nerviosa, pero si expectante. No sabía que me iba a encontrar exactamente o cómo me iba a sentar la quimio. Y esa incertidumbre no me gusta nada.

Normalmente, hay un esquema a la hora de recibir el tratamiento con quimioterapia. 
Primero: Antes de cada sesión hay que hacerse un análisis de sangre. Las pruebas solicitadas incluyen un hemograma (para ver si hay anemia, cómo están las defensas y las plaquetas), urea y creatinina (para ver la función renal) y AST y ALT (indican si hay afectación del hígado).
Este análisis puede hacerse el día previo a la quimioterapia, por la tarde, o el mismo día de la quimioterapia por la mañana, pero por lo menos 1 hora y media antes de la consulta.
Segundo: La consulta con enfermería o con oncología. Si no te van a dar quimio, será con enfermería. Si vas a recibir el tratamiento será con oncología. En la consulta se revisan los resultados del análisis, por si hubiera algo que contraindicara el tratamiento, te preguntan cómo estás, si tienes algún síntoma y te exploran. Este es el momento en el que debemos aprovechar para preguntar todas las dudas que vayan surgiendo. No hay que tener miedo de preguntar.
Tercero: Si no hay ningún problema, la oncóloga da luz verde al tratamiento, se solicitan los fármacos que te van a administrar y se pasa a la sala de espera hasta que nos llamen para comenzar con la sesión.

Esta es una imagen del Pabellón C de oncología, donde paso tanto tiempo últimamente.

En Pamplona, cuando vas a comenzar un tratamiento oncológico, te dan una tarjeta de uso personal, con un código. La tienes que pasar por un escáner cada vez que vas al hospital. Al hacerlo, el sistema informático registra que ya has venido a tu cita.
En la sala de espera hay varias pantallas en las que anuncian quien debe pasar a consulta o a box (que es dónde administran la quimioterapia). Hay que estar atentas, y cuando sale tu código en la pantalla, acudir donde te indica.

Como podréis imaginar, el primer análisis antes de la primera sesión me salió perfecto. Así que, sin ningún impedimento para recibir el tratamiento, pasé a la sala de espera. 
Esta sala está siempre llena. No sólo encuentras pacientes con cáncer, sino también acompañantes, familia o amigos. Mirando a estas personas siempre me pregunto qué historias tendrán detrás, cómo se sienten, en qué fase del tratamiento se encuentran, etc. Y algunas de estas caras se harán conocidas porque es fácil coincidir más de una vez en la sala de espera o en el box de los tratamientos.

Y por fin me tocó el turno y pude pasar a mi box. Son unas salitas intercomunicadas que constan cada una de 4 sillones negros, una zona para enfermería, un baño y un armario. A la entrada, y dentro también, hay expositores con revistas para leer si te apetece.
Los sillones son cómodos y puedes bajar el respaldo, subir el reposapiés e incluso ponerte totalmente horizontal para echar una cabezadita. El personal de enfermería es cercano, amable y muy eficiente.
Todo esto hace que las horas que tienes que permanecer "enchufada" a un gotero sean lo más amenas posibles.

Esta soy yo recibiendo el primer tratamiento. Aún tenía pelo!!!! Al lado mi gotero; ya nos hemos hecho amigos.

Cuando llegas al box, te presentas y escoges un sillón. A mi me gusta ponerme cerca de la ventana, así que si está libre, escojo siempre el mismo.
Antes de ponerte los goteros con la medicación, las enfermeras te piden que les digas tu nombre y apellidos, para confirmar que es tu tratamiento y no el de otra persona.

El primer gotero que pasan es el de premedicación. Es decir, fármacos para reducir al máximo posible los efectos secundarios de la quimio, que en esta primera parte del tratamiento serán principalmente a nivel digestivo (náuseas, vómitos, etc).
El segundo es el de la Adriamicina, de un color rojizo característico (después de la sesión la orina se torna de color anaranjado-rojizo durante 1 o 2 días). Esta medicación y yo no nos hemos llevado muy bien, ya que es muy irritante y puede afectar a las venas, "quemándolas".
El tercero es el de la ciclofosfamida. En ocasiones puede dar una reacción alérgica, por lo que la enfermera te dice que le avises si notas algo raro como picor, sarpullido, mareo, malestar, etc. Nunca he tenido ningún problema, pero siempre, al final del tratamiento, cuando pasan el gotero de "limpieza" con suero fisiológico, notaba picor en la nariz y me entraban ganas de estornudar. Es relativamente normal, pero si ocurre al principio hay que avisar.

Cuando acaba el tratamiento, antes de irte, te dan unas pastillas (Fortecortin) para tomar durante los 3 días siguientes. Son para evitar las náuseas y vómitos. Además, también puedes tomar Primperan, pero no te lo dan sino que hay que comprarlo en la farmacia.

Cuando salí del box mi marido estaba esperándome para ir juntos a casa. No me sentía excesivamente mal, con una "malagana" como decimos en Aragón. Pero claro, la premedicación aún estaba haciendo efecto.
Yo, gracias a Dios, no he tenido unos efectos secundarios muy fuertes. Esta primera fase, que llamaré de las antraciclinas para abreviar (la Adriamicina es una antraciclina), me dejaba un poco regulín. Durante una semana a 10 días sentía malagana, en ocasiones nauseas, pero nunca vomité. Te cambia el sabor de los alimentos, no saben igual. En mi caso no llegué a sentir sabores malos, pero es cierto que no me sabían igual las comidas y no las disfrutaba tanto. Y lo que peor llevaba era que el agua me resultaba repulsiva. ¡Con lo que me gusta a mi beber agua! Tenía que obligarme a beber. Lo único que me apetecía era el gazpacho. Afortunadamente los síntomas son más intensos los primeros días y poco a poco van disminuyendo hasta desaparecer.

Está fue mi primera sesión. ¡Prueba superada!
Aquí os dejo un link donde podréis encontrar más información sobre la adriamicina y la ciclofosfamida:
http://chemocare.com/es/chemotherapy/drug-info/default.aspx

"No eres lo que logras, sino lo que superas".

miércoles, 28 de agosto de 2019

De pelos y aliens

Los que me conocen saben que no me gustan nada las películas de miedo. 
No le veo la gracia a pasar un mal rato si no hay necesidad. Además, soy de las que se impresionan mucho con las películas y luego no puedo dormir pensando en lo que he visto. 
Pero hoy, para llevarme la contraria, voy a hablar de una de ellas. Siempre hay una excepción a la norma.

Y mi única excepción es Alien

Aún recuerdo la primera vez que la vi. El título era muy sugerente: "Alien, el octavo pasajero" y la frase que lo acompañaba mucho más: "En el espacio nadie puede oír tus gritos". Así que podéis imaginar... 
Yo debía tener 14 o 15 años. Era verano y mi vecina, que es un año mayor que yo, se iba a quedar una noche sola, ya que sus padres se tenían que ir. 
En aquella época vivíamos en un piso, y teníamos muy buena relación con las personas que vivían en el piso de al lado. Nuestras casas estaban abiertas los unos para los otros y compartíamos muchos momentos juntos. Mas que vecinos éramos como familia. Así que decidimos que esa noche yo me iría a dormir con ella a su casa, para que no estuviera sola. Lo normal era que ella se hubiera quedado en mi casa, pero éramos adolescentes y nos hacía ilusión estar solas. Al acostarnos, encendimos la tele que tenía en su cuarto para ver la película que echaban esa noche, que resultó que era "Alien". Mi madre jamas me hubiera dejado ver esa película, pero ¡estábamos solas y podíamos ver lo que quisiéramos!

Y aunque debo reconocer que me dio mucho miedo, me encantó. Y una de las razones por la que me gusta tanto es por su protagonista, la teniente Ellen Ripley. Creo que fue una de las primeras veces que vi una película protagonizada por una mujer fuerte, valiente, que no necesita ser rescatada por un "príncipe". Y yo quería ser como ella, una mujer capaz de enfrentarse a cualquier cosa y de luchar hasta el final. De alguna forma puedo decir que me inspiró. 


¿Por qué cuento esto en un blog sobre cáncer de mama? En la tercera entrega de la película (Alien3), la teniente Ripley tiene que raparse el pelo al cero. De hecho, hay una escena de esta película que es casi icónica, en la que se ve al alíen acercándose a una teniente Ripley rapada y asustada.

Y yo, cuando supe que el pelo se me iba a caer, para no entristecerme tanto pensé: "Bueno, al menos ya me pareceré más a la teniente Ripley". 

Quiero pensar en mí como una mujer fuerte, valiente y calva, como la teniente Ripley. Quiero luchar contra mi alíen particular, que aunque me da miedo, no impide que siga haciendo todo lo posible para acabar con él.

Es duro saber que se te va a caer el pelo, y más duro aún cuando ves tu cabeza lisa, sin pelo, cuando dejas de sentir ese peso familiar que solo notas ahora que no está. Es difícil no echarse a llorar cuando escuchas las tijeras y la maquinilla pasando. Podría haber hecho broma y decir: eh! que no  quiero ser una skinhead! o Por fin me parezco a Ripley! Pero no, puede parecer algo superficial, pero no lo es, no estaba para bromas. 
De alguna forma, el pelo también forma parte de nuestra personalidad e identidad, y cuando lo pierdes de forma involuntaria, cuando te miras en el espejo y no pareces la misma persona, sientes que has perdido algo más que simple pelo, has perdido algo de tu ser, algo de lo que te hacía ser tu.

Yo me imaginaba tan fuerte como la teniente Ripley, pero claro, aún tenía pelo, estaba viendo películas y el cáncer era algo que le pasaba a otras personas. 
Esta ha sido mi entrada "friki", pero en la siguiente hablaré más sobre el pelo, pañuelos y otras cosillas relacionadas. 


"Tener valor no significa no tener miedo. Tener valor significa tener miedo y, aún así, seguir adelante."

domingo, 25 de agosto de 2019

En oncología

El siguiente paso fue la visita con mi oncóloga. He tenido la suerte de encontrar una oncóloga que me gusta no sólo profesionalmente sino también en su trato personal. En un principio me asignaron otro oncólogo, pero dio la casualidad de que no estaba y le sustituía mi oncóloga. Después de la primera visita decidí seguir con ella. Creo que es importante que un médico sepa comunicarse bien con sus pacientes y hacerles entender su enfermedad y tratamiento. Y mi oncóloga se tomó la molestia de explicarme todo con mucha paciencia. Y no creáis que lo hizo en deferencia a mí por ser médico. Lo hace con todos sus pacientes.

Antes de nada, sólo quiero recordar que esta es mi experiencia personal. Como ya sabéis, no todos los cánceres de mama son iguales, y cada mujer tendrá una experiencia diferente. Mi tratamiento no tiene porque ser igual al de otra mujer y mis efectos secundarios pueden ser distintos. Pero habrá puntos en común que compartimos muchas mujeres con esta enfermedad.

El proceso que me presentaron seguiría estos pasos: Lo primero sería la quimioterapia, que se prolongaría durante unos 6 meses. En otros casos lo primero que se realiza es la cirugía, pero  conmigo y debido a las características de mi tumor, decidieron empezar por el tratamiento. 
Después de un periodo de descanso para dejar recuperar al organismo, me operarían. Decidirían sobre la marcha si se realizaría una mastectomía o tumorectomia, o dicho más simplemente si me quitarían un trozo de pecho o todo. 
Tras esto, dejarían otro periodo de descanso y se procedería a la radioterapia, un tratamiento más localizado, pero de eso ya hablaremos más adelante. 
Una vez terminado todo, me avisaron que tendría que seguir un tratamiento, en este caso tomar un fármaco, el tamoxifeno, durante un periodo mínimo de 5 años.

Teníamos ante nosotros un proceso que iba a ser largo, en total unos 10 meses desde que se empieza y que aún así, al finalizar no iba a olvidarse y ya está sino que un fármaco nos recordaría durante largo tiempo por todo lo que habíamos pasado. En ese momento daba vértigo pensar en ello, es como si se hiciera un paréntesis en tu vida, porque todo cambia y durante varios meses iba a estar yendo al hospital para recibir mi tratamiento, hacerme pruebas e ir a las consultas de enfermería u oncología. El hospital se convertía así, casi, en tu segunda casa. 
Pero hay que hacerlo, es parte de la lucha contra la enfermedad.


Mi quimioterapia consta de dos partes:
- Primera parte: tratamiento con antraciclinas. Una sesión cada 21 días. Cuatro sesiones en total.
- Segunda parte: tratamiento con taxoles. Una sesión semanal durante 12 semanas.

En la consulta te explican también los principales efectos secundarios. Todos tenemos en mente qué les ocurre a las personas que reciben quimioterapia, pero aquí también nos equivocamos, porque cada tratamiento es distinto y los efectos secundarios también. No podía creérmelo, pero en mi caso parecía que se iban a cumplir todas las expectativas!. Con esta quimioterapia el pelo se caería, tendría náuseas, vómitos, y las defensas bajarían hasta niveles en los que un resfriado es algo a temer. Y sobre todo aparecería el cansancio. 
No parecía un panorama muy halagüeño. Aunque como se dice, cada persona es un mundo y me avisaron claramente que la intensidad de estos síntomas puede variar mucho de un caso a otro.

Resumiendo, esa mañana mi marido que me acompañaba y yo salimos de la consulta con un plan a largo plazo, que se antojaba difícil y agotador tanto física como mentalmente. Y en la mano un papel que marcaba la fecha para mi primera sesión de quimioterapia. Marcado en rojo quedaba el día 2 de abril.

Antes de ese día aún quedaba algo más.  Nos citaron para ponerme un marcador intramamario (clip). Es como una varita de titanio, de entre 2 y 4 mm, que se introduce en el tumor. Mediante ecografía se localiza la lesión y liberan el marcador dentro del tumor. Es una técnica rápida y poco molesta. ¿Por qué me lo pusieron? Pues para que si durante el tratamiento se producía una respuesta muy buena y desapareciera el tumor, poder localizar sin problemas durante la cirugía la zona en la que se encontraba. Es en ese momento, cuando te lo quitan.

Como decía, el hospital iba a ser nuestra segunda casa. Y yo que prefería un apartamento!!!

"Cuando tengas momentos difíciles, recuerda.... los diamantes se forman bajo presión."


miércoles, 21 de agosto de 2019

El cáncer de mama

Hoy me gustaría hablar un poco sobre el cáncer de mama. Podría escribir muchísimo sobre este tema, pero me centraré en los puntos que creo son más interesantes para las personas que están pasando por esta enfermedad.
Hablar sobre cáncer no es sencillo, porque no es una única enfermedad, sino muchas enfermedades. No es lo mismo el cáncer de pulmón que el cáncer de mama o el cáncer de colon. Y el cáncer de mama (al igual que otros cánceres) puede ser de distintos tipos, más agresivo o menos agresivo, con mejor o peor pronóstico, etc. Por eso no está bien generalizar, ya que cada caso es distinto.

Pero hay aspectos que sí comparten muchos tipos de cáncer y que nos permiten hacer hincapié en la prevención y diseñar tratamientos cada vez más efectivos.
La información que ahora voy a compartir aquí es del PAPPS (Programa de Actividades Preventivas y de Promoción de la Salud), que es un proyecto de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria. Aquí os dejo el link por si queréis echarle un vistazo: http://papps.es

"El cáncer de mama es el cáncer más frecuente en las mujeres. En España se estima que en 2015 se diagnosticaron 27.747 cánceres de mama, con un incremento en su tendencia. Es el tumor que provoca mayor mortalidad en las mujeres españolas (6.211), aunque con una tendencia descendente. La supervivencia ha aumentado notablemente en las últimas 2 décadas, y actualmente se estima del 95,1% al año y del 82,8% a los 5 años. La historia familiar es el factor de riesgo más importante y junto con la edad son factores de riesgo no modificables".


Los principales factores de riesgo para el cáncer de mama son:
- Portadores de la mutación del síndrome mama/ovario hereditario (BRCA)
- Radioterapia previa de la mama
- Obesidad
- Sedentarismo
- Alcoholismo
- Primer embarazo > 30 años, nuliparidad, no lactancia
- THS (Terapia Hormonal Sustitutiva) > 5 años
- Sexo femenino
- Edad > 50 años

Recomendaciones en cáncer de mama, PAPPS 2018:
- En las mujeres de 40 a 49 años, de riesgo medio, no debería recomendarse la mamografía de cribado (evidencia moderada, recomendación débil en contra)
- En las mujeres de 50 a 69 años, de riesgo medio, debería recomendarse la mamografía de cribado cada 2 años (evidencia moderada, recomendación débil a favor)
- En las mujeres de 70 a 74 años, de riesgo medio, debería recomendarse la mamografía de cribado cada 2 años (evidencia baja, recomendación débil a favor)

Estas recomendaciones no se aplican a mujeres con alto riesgo (con antecedentes personales o familiares) o con antecedentes familiares de cáncer asociado a mutaciones del gen BRCA, que deben ser enviadas a centros especializados para su control y seguimiento.

Después de todos estos datos, tan solo me gustaría resaltar algo. Hay factores de riesgo sobre los que no podemos influir (nuestra genética, nuestro sexo, nuestra edad, etc.), pero hay otros factores sobre los que sí podemos actuar, que son modificables. En el caso del cáncer de mama se ha demostrado la influencia del estilo de vida. La obesidad y el sedentarismo (que muchas veces van unidos) y el alcoholismo son factores que aumentan el riesgo de sufrir cáncer de mama.

Mi consejo para todas vosotras es que os mantengáis activas y en vuestro peso adecuado. Para ello, además de hacer ejercicio de forma regular hay que llevar una alimentación lo más sana posible, evitando el alcohol completamente.

Yo, para ser sincera, llevo varios años bastante sedentaria. Con los peques no paro, pero eso no es hacer ejercicio (aunque cansa tanto como el ejercicio 😅). Tengo mil excusas para justificar mi falta de actividad física, pero no sirven de nada. Hay que ponerse las pilas y buscar tiempo para mover el cuerpo.
Cuando me diagnosticaron el cáncer, como con los peques me cuesta encontrar tiempo para mí, empecé a buscar la forma de hacer algo de ejercicio. Así que decidí cambiar el autobús por las piernas e ir caminando al trabajo. Eso me permitió alcanzar los 10.000 pasos diarios recomendados. Pero esto es solo un mínimo. Lo ideal es mantenernos tan activas como podamos, buscando cada una lo que mejor se adapte a nuestra situación, dejando atrás la pereza y el sedentarismo.


"Aquellos que piensan que no tienen tiempo para hacer ejercicio, tarde o temprano tendrán que encontrar tiempo para la enfermedad. " Edward Stanley.


domingo, 18 de agosto de 2019

¿Por qué a mí?

Hay días que no se olvidan.

El día 15 de marzo tenía cita con el cirujano para los resultados de la biopsia. Después de muchos días de incertidumbre por fin sabríamos a qué nos enfrentábamos. 
Xavi, mi esposo, vino conmigo. Y allí sentados en la consulta, cogidos de la mano, el cirujano nos informó que tenía cáncer. Las lágrimas brotaron de mis ojos sin poder controlarlas (debo reconocer que me emociono y lloro con facilidad). Da mucha rabia cuando tú haces todo lo posible por no llorar pero no puedes parar, sobre todo cuando hay gente delante. Aunque no sirva de consuelo, no he debido ser la única. A Xavi le marcó que hubiera una caja de pañuelos de papel preparada sobre la mesa, frente a nosotros.

El cirujano sabía que yo era médico y me preguntó como sorprendido si no me lo esperaba. ¡Claro que me lo esperaba! Las pruebas no eran concluyentes aunque muy sospechosas, pero me aferraba a la idea de que probablemente yo sería lo que llaman un falso positivo y que la biopsia saldría bien. 

Así que en esos momentos, con mi cabeza dando vueltas como en un sueño, el cirujano me explicó que tenía un carcinoma ductal infiltrante grado 2, tipo luminal B. El pronóstico de entrada era bueno, con más de un 80% de supervivencia. 
El plan terapéutico que habían planeado para mi caso comenzaba con la quimioterapia, luego cirugía y por último radioterapia. 
Por tanto, a partir de ahora, yo pasaba a control de oncología. Llegaba el momento de afrontar aquello que has intentado no pensar en las noches en que el sueño decide que tardará un poco en venir.
Pero la primera reacción no entiende de razones y sí de miedos.

Al salir de la consulta, Xavi me consolaba, pero por mi mente pasaban muchas ideas, y ninguna buena. Lo primero que pensé fue en mis peques. Tenía miedo de que algo fuera mal, tenía miedo de que se quedaran sin su madre. Tenía miedo de no estar allí cuando tuvieran que afrontar las cosas de la vida. Eso para mí sería lo más duro: dejar a mis hijos, a mi marido y a mi familia solos. 
Y entonces te preguntas, a ratos con rabia, la mayoría de las veces con tristeza, por qué te ha tocado a ti. ¿Qué he hecho para que me pase a mí? No es justo. Soy una buena persona, intento llevar una vida lo más sana posible, soy vegetariana, he dado el pecho a mis dos hijos hasta los 18 meses. Hay gente que no cuida su salud y no les pasa nada. ¡¿Por qué?!

Sinceramente creo que estas preguntas no tienen respuesta. Y si la tienen, ahora mismo no me interesa. Aún así, en otra entrada hablaré un poco del cáncer de mama y sus causas desde un punto de vista médico.

Una vez que asimilé la noticia, me tranquilicé bastante. Creo que soy una persona práctica e intento enfrentarme a las situaciones de la vida de una forma lo más racional posible. 
Está bien, tengo cáncer. 
Puedo deprimirme y enfadarme con el mundo, o puedo luchar con energía y buen humor. Y elegí lo segundo 😀.  

Así que empecé a prepararme para todo lo que se nos venía encima. Y hay algo que sabía que me ayudaría y no me fallaría, porque no me ha fallado nunca.
No tengo que pararme a pensar mucho para encontrar aquello que me ha ayudado durante este tiempo a sentir paz interior en medio de la enfermedad: confío en mi Dios
Soy creyente, creo y confío en Él. 
Puse, pongo y pondré mi vida en Sus manos y acepto tranquila lo que me depare el futuro. Y por eso, no me preocupo demasiado por mi cáncer, ya que todo mi miedo y mi angustia la he depositado en mi Dios.


"Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar." Mateo 11:28


miércoles, 14 de agosto de 2019

La biopsia y otras pruebas

Hasta que me realizaron la BAG (Biopsia con Aguja Gruesa) pasaron varios días. Gracias a Dios, en España tenemos un sistema sanitario que aunque no es perfecto, funciona muy bien, sobretodo si hay sospecha de enfermedades graves como el cáncer. Y aunque  no fueron muchos los días que tuve que esperar, se me hicieron eternos. Porque a mi, personalmente, lo que más me agobia es la incertidumbre, el no saber qué va a pasar. Y claro, la palabra cáncer rondaba por mi cabeza continuamente. Mi familia, mis amigos, me daban ánimos: "No te preocupes, seguro que no es nada", "Será un quiste", etc. Y yo quería pensar igual que ellos. Además, en el pasado ya había tenido bultos y al final nunca era nada malo. ¿Por que tendría que ser distinto ahora?

Por fin llegó el día de la biopsia. La prueba no me pareció demasiado molesta. Te ponen anestesia local (debo reconocer que fue bastante indoloro y mi radióloga tiene unas manos maravillosas), te hacen una pequeña incisión y con una especie de "pistola" cogen 3 muestras (3 cilindros) del tumor. Así que noté 3 "disparos". El primero no fue molesto. El segundo se notó un poco más. Y el tercero dolió un poquito, pero es muy rápido, así que, en conjunto, no la considero como una prueba muy desagradable.
Una vez realizada la biopsia me dieron una compresa helada para que me la pusiera en la zona de la biopsia durante unos 15 minutos. Durante este tiempo hay que vigilar que todo esté bien, que no haya un sangrado excesivo, etc. Cuando comprueban que no hay complicaciones, te mandan a casa con unas recomendaciones.

Recomendaciones después de la BAG:
- Puede aparecer un hematoma, que normalmente se reabsorbe en unos días.
- Si hay dolor se puede tomar algún analgésico tipo paracetamol. Evitar tomar aspirina.
- Las primeras 24-48 horas tras el procedimiento, aplicarse frío local durante 10-15 minutos, varias veces. Esto es para evitar la hinchazón.
- Usar un sujetador deportivo, que se ajuste bien al pecho, incluso para dormir.
- No ducharse hasta pasadas 24 horas de la prueba.
- No realizar ejercicios bruscos ni levantar mucho peso los primeros días tras la biopsia.

Una vez obtenidos los resultados de la biopsia (en la próxima entrada hablaré de eso), me solicitaron distintas pruebas para terminar el estudio de extensión del tumor. Como no quiero extenderme mucho con los detalles, tan sólo os las nombraré aquí:
- RMN (resonancia magnetica nuclear) de las mamas
- TAC toraco-abdominal con contraste
- Gammagrafía ósea
- Ecocardiograma (ecografía del corazón)


"La paciencia no es la habilidad de esperar, sino la habilidad de mantener una buena actitud mientras esperas".

viernes, 9 de agosto de 2019

Cómo comenzó todo...

En enero de este año (2019) me noté un bulto en la mama derecha. Era bastante grande, aunque solo lo descubrí porque me empezó a doler. 
Mi primer error fue no darle mucha importancia. En el pasado ya me había notado otros bultos, típicos de las mamas fibrosas, así que pensé que sería algo parecido. Y, bueno, si sois madres, sabréis que los peques dan mucho trabajo, y siempre se me olvidaba pedir cita con mi ginecóloga.
Finalmente saqué el tiempo para ir y así es cómo comenzó todo. 

Lo primero que me solicitaron e hice, en ese orden, fue una mamografía y una ecografía.  
Esta fue mi primera mamografía. Y la verdad, debo reconocer, que es una prueba algo desagradable y molesta. La prueba se hace de pie y, básicamente, consiste en que un técnico de radiología te coge el pecho y te lo pone sobre una placa transparente. Después va bajando una placa superior para comprimir e inmovilizar el pecho y así hacer varias radiografías de la mama. Cuanto más comprimida esté la mama mejor será la imagen obtenida.
La ecografía, sin embargo, es una prueba que no molesta. Durante la prueba te extienden un gel sobre la zona a estudiar y van pasando el transductor para obtener las imágenes ecográficas necesarias.


Este es un mamógrafo como el que utilizaron en mi caso. Para que os hagáis una idea de cómo es.












Lo que yo pensé que serían dos pruebas rutinarias, como en otras ocasiones, dieron resultados sospechosos. Así que me solicitaron otra prueba: una BAG (Biopsia con Aguja Gruesa guiada por ecografía).
Ahora si que me empecé a preocupar 😅 y llegaron unos días de incertidumbre. Pero eso os lo contaré en otra entrada.

Algunos consejos para cuando tengáis que haceros una mamografía:
- Durante la menstruación o la semana anterior, las mamas suelen estar más sensibles, por lo que puede que la prueba sea más molesta de lo normal en estos días. Si es posible elegir día para la prueba, evitad estas fechas.
- El día de la prueba evitad usar desodorante, talco o perfumes, porque pueden aparecer como manchas blancas en la radiografía.
- Recordad que habrá que desnudarse de cintura para arriba, por lo que es mejor evitar los vestidos o trajes de una sola pieza.

Para finalizar, os dejo 2 consejos. El primero es el siguiente: es importante conocer vuestros cuerpos, para que sepáis identificar aquello que no es normal en vosotras. Hay una prueba que se suele recomendar a las mujeres para detectar precozmente el cáncer de mama y es la autoexploración mamaria. Pero existen controversias sobre esta prueba, y mientras algunos organismos la recomiendan de forma rutinaria a las mujeres por ser inocua y fácil de realizar, otros consideran que no es necesaria ya que no aumenta la supervivencia y puede provocar la realización de pruebas diagnosticas innecesarias, creando una situación de malestar y ansiedad en la mujer hasta que se llega a un diagnostico final.

En cualquier caso, aquí os dejo un link con información sobre el autoexamen mamario de la Clínica Mayo, que es considerado uno de los mejores hospitales de EEUU:
https://www.mayoclinic.org/es-es/tests-procedures/breast-exam/about/pac-20393237

Y mi otro consejo es que es importante acudir a vuestro médico si notáis algún problema de salud. No importa lo liadas que estéis, ni el trabajo que tengáis. La salud es un bien precioso y hay que cuidarla. Porque si por no prestar atención a nuestro cuerpo caemos enfermas, entonces toda la familia se resentirá. Y es que como una mami con energía y salud para cuidar de sus peques no hay nadie 😀😀

"No puedes cambiar la dirección del viento, pero puedes ajustar las velas". J.D.