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miércoles, 11 de septiembre de 2019

Pelos, pañuelos y otras cosillas

Uno de los temas que más suele preocupar cuando nos enfrentamos al tratamiento del cáncer con quimioterapia es la alopecia o pérdida de cabello.
Como en muchas situaciones de la vida, no hay una norma única para todos. No todas las quimioterapias producen caída del pelo, y aún recibiendo el mismo tratamiento, cada persona lo podrá experimentar de una forma distinta.

En general, con los fármacos usados en mi tipo de tumor, el pelo empieza a caerse  a las 2-3 semanas de la primera sesión. Es decir, no se cae el pelo de repente con el primer gotero, si no que suele ser algo gradual, pasados de 15 a 17 días.

Así que tenemos un poco de tiempo para pensar qué podemos hacer con nuestro pelo. 
Básicamente tenemos dos opciones: peluca o pañuelo. No creo que haya una opción mejor que otra, sino que es algo muy personal y cada mujer tiene que elegir con lo que se sienta mas a gusto o cómoda.
Yo no quise llevar peluca. Creo que me sentiría rara llevando una peluca, así que desde el principio decidí que llevaría pañuelo.
He conocido a algunas mujeres que llevaban peluca, y una de las razones que algunas alegaron a la hora de explicar porque escogieron esta opción, fue porque no querían que nadie supiera que estaban enfermas. Al llevar pañuelo, de alguna forma es como anunciar que tienes cáncer. La peluca te permite transmitir una imagen de normalidad que el pañuelo no puede hacer. Por eso, cada mujer debe hacer aquello que mejor vaya con ella, que le haga sentir más cómoda. 

Yo me organicé de la siguiente forma. Pedí hora en mi peluquería habitual a los 17 días de la primera sesión. La idea era cortarme el pelo al uno o al dos, porque se supone que para entonces ya se me habría empezado a caer. 
Existen peluquerías especializadas en oncología que ofrecen una atención personalizada a las mujeres que están pasando por esta situación, con salas individuales para ellas y asesoramiento estético. Yo fui a la de siempre, no busqué nada especial, pero debéis saber que existe esa posibilidad.

Al principio lo que notaba era que cada vez que me cepillaba el cabello o me pasaba la mano por la cabeza, se me caía el pelo a mechones.  
En la imagen se puede ver un mechón de pelo que se me cayó simplemente al pasar la mano con suavidad por la cabeza. Y día tras día, cada vez se hacía más evidente la pérdida. 

La mañana que fui a la peluquería, mi marido vino conmigo. Necesitaba apoyo moral y él no quería dejarme sola en un momento así.
Me llevé varios pañuelos porque no sabía cómo iba a quedar y si tendría que empezar a usarlos ya.

Mi peluquera fue muy amable. Además, no debía ser la primera que acudía por el mismo motivo y sabía cómo manejar la situación.
Así que me senté en el sillón y empezó a hacer su trabajo, que al final decidimos que era raparme al 2. Quizá los hombres estén más acostumbrados a pasarse la maquinilla por la cabeza, pero para mí fue una experiencia totalmente nueva. Y yo, que llegué fuerte, riendo, imaginándome como la teniente Ripley, cuando vi que mi pelo iba cayendo con cada pasada de la maquina, empecé a llorar. No pude controlar las lágrimas.

Pero el momento tristeza pasó rápido y me miré al espejo, con mi pelo corto como nunca antes lo había tenido. Era algo raro verme así, aunque todavia tenía pelo.  Aún no iba a necesitar los pañuelos y el corte de pelo hizo que la transición  hacia la alopecia total fuera menos brusca.
Acepté el cambio y decidí disfrutar de mi nuevo "look". Era muy cómodo, moderno y no tenía que perder un montón de tiempo utilizando el secador tras lavármelo.

Un detalle que me llamó mucho la atención cuando me corté el pelo, fue la sensación del viento en mi cabeza al salir a la calle. ¡Notaba el aire acariciando mi cabeza! Cuando tienes pelo (y yo tenía mucha cantidad de pelo), no notas el aire directamente en el cuero cabelludo. Pero ahora sí que lo notaba. Con los días me fui acostumbrando y dejé de notar esa sensación, pero es algo que me sorprendió mucho.

Afrontar la pérdida del cabello es algo difícil, y cada mujer tiene que buscar lo que le haga sentir mejor. Unas se cortarán el pelo antes y otras no. Algunas elegirán llevar peluca y otras pañuelo. Es una parte del proceso por el que debemos pasar al que cada una se enfrentará de la mejor forma posible.

Si os decidís por llevar pañuelo, debéis saber que en principio no vale cualquier pañuelo. Deben ser oncológicos, porque los hacen con materiales adecuados y están diseñados para adaptarse bien a la cabeza y no dañar el cuero cabelludo. Los venden en tiendas especializadas y no son precisamente baratos.
Yo compré los míos por internet. Con ayuda de mi hermana pequeña estuve buscando en varias páginas. Y he tenido suerte, porque mi hermana me regaló varios pañuelos, y mi tía y una amiga. Así que he podido ir alternando los pañuelos para coordinarlos con la ropa que me ponía.

Aquí os dejo los links de algunas tiendas, por si los necesitáis. Aunque hay muchas más, incluso se pueden comprar por Amazon. Como os he comentado, no suelen ser económicos, pero a veces hay ofertas y puedes encontrar pañuelos muy bien de precio.
https://oncoestetica.es
https://divinaoncobeauty.com
https://www.boutique-cancer-de-mama.es
https://naturasaludybelleza.com/tienda/#

También os dejo el link a una página sobre cáncer creada por enfermeros y enfermeras oncológicos donde podréis encontrar información y consejos interesantes:
http://oncodudas.es

"No hay mal que por bien no venga".

Me gusta este refrán porque es optimista. No quiere decir que todo lo malo siempre vaya a producir un bien. A veces hay males de los que no se obtiene nada bueno. Pero en ocasiones, de algo malo puede surgir algo bueno, una oportunidad de mejora. Y eso es lo que significa este refrán para mí. 











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