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martes, 16 de junio de 2020

Radioterapia

En diciembre empecé con la radioterapia. Lo pillé con ganas porque en mi caso significaba que estaba llegando al final del tratamiento.
Además, la radioterapia es mejor tolerada que la quimioterapia, ya que los efectos suelen ser a nivel local, tipo quemadura en la piel.

Antes de empezar con las sesiones hay que hacer una primera visita con la radiooncóloga, que después de valorar cada caso solicita una simulación.
La simulación consiste en hacerse un TAC para reproducir de la forma más exacta posible las condiciones en las que se va a aplicar el tratamiento. Con las imágenes obtenidas se ajustarán las dosis de radicación para cada caso particular.
Para ello me tumbaron en la camilla del TAC sobre una especie de cojín que se iba moldeando a la posición en la que me habían puesto. Se nota un poco de calor mientras el cojín va adquiriendo la forma final. Obviamente, vas desnuda de cintura para arriba.
La postura no era muy cómoda: tumbada boca arriba, con el brazo derecho levantado por encima de la cabeza y la cabeza girada hacia la izquierda. Pero el cojín te ayuda a mantener la posición.

Sobre la piel te marcan unas coordenadas mediante unos tatuajes en forma de pequeños puntos. El proceso no es doloroso pero notas el pinchazo de cada punto. Yo tuve suerte y usaron una peca que tengo cerca del ombligo como referencia y me ahorré un pinchazo. Los puntos son pequeños y permanentes, igual que un tatuaje. Mi hermana vio uno y pensó que era una espinilla, así que podéis imaginar cómo son.

Una vez hechas todas las pruebas en la simulación, ya estás preparada para empezar con la radioterapia.

El esquema del tratamiento era siempre el mismo:
- Al llegar, debes informar de tu presencia  y esperar en una salita hasta que te llamen.
- Cuando te llega el turno, te avisan y vienen a buscarte para acceder a la zona donde se aplican los tratamientos.
- El primer día me entregaron una bolsa con una bata desechable de color azul. Esa sería la bata que debería ponerme antes de cada sesión. En el momento en que yo considerara que estaba sucia o rota, podría pedir otra. Me pareció una buena idea para ahorrar costes y ser más sostenibles. Antes de recibir la sesión te pasan a un vestuario para que te quites la ropa de cintura para arriba y te pongas la bata.
- Entras en la sala de radioterapia (hay 2 salas, con 2 aparatos distintos), te quitas la bata y te acuestas sobre la camilla de tratamiento con tu cojín. Guardan el cojín de cada persona, bien identificado y lo sacan cuando llegas.
- Y recibes tu dosis de radiación. El aparato que me tocó a mi fue un modelo Varian, como el de la foto. Durante la sesión no se nota nada. Simplemente estás en la camilla, en la posición indicada, mientras el aparato va girando alrededor de ti y haciendo ruido.

El tratamiento dura unos 10-20 minutos, así que es bastante rápido. Pero entre que llegas, esperas a que te llamen, te pones la bata, te colocan en la camilla, etc, pasa un poco más de tiempo.

Las sesiones son diarias, de lunes a viernes, descansando fines de semana y festivos. Como a mí me tocó la radioterapia a finales de diciembre, tuve algunos días de descanso los festivos navideños. Por un lado estuvo bien porque la piel descansaba más, pero por otro lado hizo que el tratamiento se alargara más en el tiempo.

En la siguiente entrada hablaré un poco más de la radioterapia y daré algunos consejos relacionados con el tema.


"Aprende a mirar lo que ya miraste y trata de ver lo que no viste." 






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