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jueves, 22 de octubre de 2020

Despedia

Justo hoy, día 22 de octubre, hace un año de mi operación. Y esta será mi última entrada del blog. En ella voy a intentar condensar todo el proceso por el que he pasado en unas líneas, a modo de resumen, desde una perspectiva más intima y personal.

Desde que me dieron el diagnóstico de cáncer, en ocasiones me he recriminado por no haber hecho caso al bulto que notaba. Es cierto que no tenía tiempo para nada, con dos peques en casa. La maternidad puede resultar agotadora y yo estaba muy cansada, así que daba prioridad a mis hijos y mis intereses se quedaban en un segundo plano. Pero es importante buscar un tiempo para nosotras, para cuidarnos y mimarnos, porque la única forma de cuidar bien de nuestras familias es estando nosotras bien.

A nivel psicológico, recibir la noticia de que tienes cáncer y someterte a un tratamiento tan duro y agresivo, con tantos efectos secundarios, se convierte también en un desafío. A mí, personalmente, me hizo mucho bien mi fe en Dios y contar con el apoyo de mi familia y amigos.                      

En la Asociación del Cáncer de Mama me ofrecieron la ayuda de una psicóloga, y aunque yo no sentía la necesidad de ir a ningún psicólogo, debo reconocer que me vino muy bien. Me ayudó a trabajar ciertos aspectos relacionados indirectamente con la enfermedad, como mi agobio por estar tanto tiempo de baja o a no exigir a los demás que intenten adivinar cómo me siento o que necesito, porque lo que para una persona es obvio, quizá no lo sea para el resto.

Durante todo el proceso me mantuve alegre y animosa, aunque en ocasiones te viene el "bajón". La gente te llama luchadora, valiente, te toman como modelo de resistencia, etc. Pero yo no me sentí especial o distinta al resto. Solo soy una mujer que se enfrenta a su enfermedad de la mejor forma posible, como estoy segura que cualquier persona haría. 

A día de hoy, todo me parece lejano. Podría decirse que hago vida normal, aunque la enfermedad me ha dejado algunos "recuerdos" para que no olvide por lo que he pasado. 

Lo que más me molesta es el brazo. Hay movimientos o posturas que no puedo hacer porque me duele. Además, por el riesgo de linfedema, recomiendan no dormir sobre el brazo afectado. Y puede parecer una tontería, pero echo mucho de menos dormir sobre el lado derecho. De hecho, debo reconocer que me cuesta encontrar una postura cómoda para dormir y no descanso tan bien como antes. Todo esto puede parecer algo insignificante si lo comparamos con todo lo que he pasado, pero hacen el día a día un poco más difícil. 

En cualquier caso, no me quejo y doy gracias a Dios porque en la adversidad siempre ha estado a mi lado, ayudándome a superar esta situación.

No quiero terminar sin recordaos algo muy importante, tengáis cáncer o estéis sanas:

- Es necesario que nos alimentemos correctamente, que cocinemos en casa de una forma sencilla alimentos saludables, dando prioridad a frutas y verduras. Debemos evitar al máximo los dulces, bollería industrial y azúcares añadidos. Reconozco que esto me cuesta porque soy muy "laminera", pero hay que ser mas conscientes de la importancia de una correcta alimentación.

- Tenemos un gran aliado para ayudarnos a estar saludables y prevenir muchísimas enfermedades. Y este aliado es el ejercicio físico. Hay que dar prioridad al ejercicio físico, en cualquier forma, ya sea caminar, correr, ir en bici, nadar, etc. No lo toméis como algo opcional o superfluo, sino como algo tan necesario como respirar o comer. 

Quiero también dar las gracias a todas las personas que han estado a mi lado, ya sea fisicamente como de corazón. Por el cariño que he recibido de tanta gente y por las oraciones elevadas por mi. Y muchas gracias a todo el personal sanitario por su trabajo y dedicación al cuidado de las personas. ¡Gracias!

Hasta siempre.

"Abuelo, ¿cómo se pierde la vida? La vida se pierde de muchas formas, hijo. Se pierde cuando quieres vivir la vida de otros y no la tuya. Se pierde criticando los errores de otros, y no mejorando la tuya. Se pierde cuando te lamentas a cada momento por haber fracasado y no buscar soluciones para poder triunfar.  Se pierde cuando te enfocas solo en las cosas negativas, y dejas de disfrutar de las buenas. La vida no se pierde cuando dejas de respirar, sino cuando dejas de ser feliz."


viernes, 16 de octubre de 2020

Braquiterapia

Después de un paréntesis estival, y una vez recuperada la rutina, vuelvo a retomar el blog para continuar compartiendo mi experiencia y explicando las distintas fases del proceso por el que he pasado, y que será muy similar al de otras mujeres con cáncer de mama.

El broche final de mi tratamiento consistía en recibir tres sesiones de braquiterapia
Quizá esta técnica no sea tan conocida como la radioterapia y no os suene mucho el nombre, pero cada vez se está utilizando más.

¿En qué consiste la braquiterapia? Como ya he explicado en anteriores entradas, la radioterapia aplica la radiación desde fuera hacia dentro, atravesando la piel y tejidos sanos.  Sin embargo la braquiterapia consiste en aplicar la radiación "desde dentro", directamente en la zona donde está o estaba el cáncer.

Es decir, lo que hacen es colocar la fuente de radiación directamente en la zona del tumor, para así:
- Poder alcanzar altas dosis de radiación en el tumor, pero bajas en los tejidos sanos
- Reducir el número de sesiones recibidas (al recibir una dosis más alta de radiación, se necesitarán menos sesiones totales)
- Obtener mejores resultados estéticos

Para recibir la braquiterapia debía ingresar en el hospital. Fue un ingreso corto, de sólo 1 noche
Una vez formalizado el ingreso, me llevaron a quirófano para colocarme los vectores. Esto se hace bajo anestesia. 

En esta ocasión, al contrario de lo que ocurrió cuando me operaron, la anestesia me sentó muy mal. Desperté con muchas náuseas y vomité un poco. Y durante varios días estuve con una sensación de malestar continuo. Lo que en Aragón llamamos "mala gana".

Cuando me encontré con fuerzas para mirar qué era lo que me habían hecho, vi 13 tubos (los vectores) que me atravesaban la mama de lado a lado. No a todas las mujeres les ponen el mismo número de vectores, siendo lo habitual colocar entre 5 y 13 tubitos. En esta imagen podéis ver en que consiste lo de los tubos.
Una vez colocados los vectores, me llevaron a otra sala en la que me aplicaron el tratamiento propiamente dicho. 
El proceso dura unos minutos y no se nota nada. Simplemente conectan los vectores a la fuente de radiación y aplican la dosis establecida para cada caso.

En total recibí 3 sesiones de braquiterapia. Y el proceso fue bastante bien tolerado, quitando las molestias de tener 13 tubos atravesándote el pecho. Pero no tuve dolor en ningún momento. 
Después de la tercera sesión me volvieron a llevar al quirófano para quitarme los tubos. Normalmente esto lo suelen hacer en la sala de tratamiento, sin anestesia. Pero debido a la "arquitectura" de mis mamas, en mi caso fue necesario hacerlo bajo anestesia, ya que de lo contrario hubiera sido muy complicado y doloroso.

Y por fin, ahí acabó todo. Este fue mi último tratamiento hospitalario en esta lucha que es el cáncer de mama. 
Me fui a mi casa con la sensación de que se cerraba una etapa y comenzaba otra. Sé que la historia no se acaba aquí, sino que continua de otra manera. Menos intensa, pero igual de desafiante.

Cada historia, tiene un final. Pero en la vida, cada final es, simplemente, un nuevo comienzo.