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martes, 11 de febrero de 2020

La operación

Hace mucho tiempo que no escribía en el blog, pero he pasado una temporada difícil. Entre otras cosas, mi padre falleció el día 2 de febrero. Después de una larga enfermedad, recibiendo diálisis 3 días a la semana durante 10 años, por fin pudo descansar. Y a pesar de que en estas situaciones te vas haciendo a la idea de que el final se acerca irremediablemente, las despedidas son tristes y dolorosas.

Cuando sufrimos o lo pasamos mal, parece que el tiempo pasa más lento. Pero los días iban pasando y poco a poco íbamos cerrando etapas.  

Terminé la quimioterapia el 12 de septiembre y me programaron la operación para el 22 de octubre. Antes de la operación hay que dejar un tiempo para que el cuerpo vaya recuperándose, las defensas se vayan normalizando y el organismo pueda enfrentarse a la cirugía en las mejores condiciones posibles.
Es también el momento de repetir pruebas de imagen para comprobar la respuesta del tumor a la quimioterapia y así preparar la cirugía.

El plan inicial era que sólo iban a quitarme el tumor, respetando la mama. Como en principio los ganglios no estaban afectados, seguramente tampoco tendrían que quitarlos.
Aunque te dicen que hasta que no abran y vean lo que hay, no pueden asegurar al cien por cien qué harán exactamente. Y hasta que no se analiza el ganglio centinela tampoco pueden asegurar que no vayan a quitar los ganglios.

¿Qué es el ganglio centinela? Los ganglios linfáticos forman parte del sistema linfático, que forma parte del sistema inmunitario de nuestro cuerpo. Además, transporta la linfa por todo el organismo, y la vierte al sistema venoso para su eliminación. Toda la linfa pasa por los ganglios linfáticos,  que la filtran eliminando células cancerosas, sustancias extrañas o células dañadas.
El sistema linfático drena linfa desde la mama a los ganglios de la axila.
Pues bien, el ganglio centinela es el primer ganglio linfático que encontrarían las células cancerosas al diseminarse a través de la linfa. Si no está afectado, se asume que el resto de los ganglios tampoco lo estarán. Es como un "chivato", que nos avisa si el cáncer se ha extendido por ahí.

Pueden existir uno o varios ganglios centinelas (a mí me detectaron 3 ganglios centinelas) y para localizarlos te tienen que hacer una prueba. La prueba consiste en que te inyectan una sustancia radiactiva que se disemina a través de los vasos linfáticos y llega hasta los ganglios centinelas. Después te hacen una linfogammagrafía para localizar los ganglios marcados con la sustancia radiactiva.
Durante la operación el cirujano extraerá los ganglios centinela marcados con la sustancia radioactiva y se analizarán para ver si tienen células tumorales.

Ingresé el día 21 por la tarde, porque la intervención sería el día 22 por la mañana. Hay que estar en ayunas desde las doce de la noche, sin comer ni beber nada. Lo que llevé peor es lo de no beber, ya que acostumbro a beber a menudo.

Por la mañana vino el celador para llevarme a quirófano. Ese momento se me hizo duro. Cuando estás tumbada en la camilla y te vas alejando de tu familia. No sabes qué va a suceder, si van a aparecer complicaciones o si todo irá bien. Sólo te queda confiar, confiar en que Dios dirija al personal sanitario durante el proceso.

Una vez en el quirófano, el anestesista me saludó y me explicó un poco lo que iban a hacer. Me cogieron una vía venosa y me monitorizaron. Y, la verdad, es que no recuerdo nada más. Estaba escuchando como hacían todo y de repente me desperté horas después en otra sala.

"Al final todo saldrá bien, y si no sale bien, es que aún no es el final". De El exótico hotel Marigold.

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