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domingo, 29 de diciembre de 2019

Surgen complicaciones: la trombosis

El día 31 de julio fue un día especial para mí. 
Y lo recuerdo perfectamente porque es el día del cumpleaños de mi hija. Ese día hacía 5 años. Me esperaba un día "movidito" preparando el cumple, pero tenía mucha ilusión y deseaba que ese día fuera muy especial para mi peque. Pero a veces las cosas no salen como las planificamos, y ese día se complicó un poco.

Todo empezó nada más levantarme. Me dolía el brazo izquierdo, el del PICC. No era un dolor fuerte, sino sordo. Era una sensación parecida a cuando haces mucho ejercicio y te duelen los músculos. De hecho, pensé que quizá me había pasado cogiendo a mi hijo el día anterior y por eso me molestaba el brazo. Pero también empecé a notar que se me estaban hinchando el brazo y la mano. Tuve que preguntar a mi hermana si ella también me notaba la mano mas hinchada, porque era algo sutil y realmente tenía mis dudas sobre el aumento de tamaño de mi extremidad. Mi hermana confirmó mi sospecha, ya que ella también notaba que mi mano estaba más hinchada.

Lo primero que hice fue quitarme del dedo la alianza matrimonial, porque si la mano continuaba aumentando de tamaño, el anillo comprimiría el dedo y sería complicado sacármelo.
Y lo segundo que hice fue acudir a la consulta de enfermería de oncología. Tuve que esperar un buen rato hasta que me tocó mi turno.
La cosa iba muy lenta, y yo tenía que preparar una fiesta. Así que me armé de paciencia y organicé todo con mi esposo y mi hermana para que se ocuparan del cumpleaños.

La enfermera habló con mi oncóloga y me solicitó una ecografía Doppler, para descartar una trombosis.
Estuve esperando más de una hora a que me hicieran la prueba. Cuando por fin me llegó el turno, pasé a la sala en la que la radióloga me hizo la ecografía. Me comentó que ya había hecho varias ecografías a pacientes de quimioterapia por sospecha de trombosis, pero que todas habían salido negativas. Sin embargo yo fui la excepción de esa mañana y me confirmó que tenía una trombosis venosa profunda (TVP), "de libro".

¿Qué es una trombosis venosa profunda (TVP)? Una TVP aparece cuando se produce un trombo (coágulo) en una vena profunda del cuerpo. No hay que confundirlo con la tromboflebitis de las venas superficiales (TVS), que es un proceso menos grave.
Lo más frecuente es que ocurra en las venas de las piernas, pero puede ocurrir en cualquier localización. Los síntomas que suele dar son dolor, inflamación, enrojecimiento y sensación de calor. Aunque  no siempre aparecen todos los síntomas e incluso puede no dar síntomas.
Es un proceso grave porque existe el riesgo de que los trombos de la vena se suelten y lleguen a los pulmones, el corazón o el cerebro. Por eso, ante la sospecha de una trombosis, hay que acudir al médico, para empezar el tratamiento cuanto antes.

El tratamiento consiste en pincharse heparinas de bajo peso molecular, que hacen más fluida la sangre. A mí me pautaron Innohep durante 4 meses.
Las heparinas se inyectan por vía subcutánea, generalmente en el abdomen, aunque se pueden poner en otras zonas como los muslos.
Quizá puede dar un poco de miedo autoinyectarse la heparina, pero es bastante fácil y casi indoloro.

Aquí os dejo unos links de sitios en los que explican cómo ponerse la heparina:
https://www.hmhospitales.com/usuario-hm/apuntes-de-salud/heparina-administracion
https://www.youtube.com/watch?v=g4HOHXM8-gQ

Recordad que las jeringas no se deben tirar a la basura, sino que hay que depositarlas en recipientes especiales que os pueden facilitar en el centro de salud (suelen ser de color amarillo).

Otra opción es utilizar una botella de plástico de alguna bebida o refresco y almacenarlas allí hasta que se llene.

Cuando los recipientes ya estén completos hay que llevarlos al sitio que nos hayan recomendado. Puede ser el centro de salud o un punto limpio. Por ejemplo, aquí en Pamplona hay que llevarlo a un Punto Limpio.


Mi consejo hoy es que estéis atentas a vuestro cuerpo y cuando notéis algo fuera de lo habitual se lo comentéis a vuestro médico. La mayoría de las veces no será nada importante, pero en ocasiones puede haber algún problema que sea necesario valorar.


"Las cosas no salen mal para amargarte o rendirte. Son para romperte y reconstruirte, y que puedas ser todo lo que debas ser." C. Jones.

martes, 3 de diciembre de 2019

Segundo tipo de quimioterapia: taxoles

Después de la primera tanda de quimioterapia con antraciclinas, empecé con los taxoles, que es el otro tipo de quimio que me tenían que dar. En concreto, el fármaco utilizado era el paclitaxel.

Los taxoles se ponen una vez a la semana, no como las antraciclinas que se suelen poner cada 3 semanas. Así que me esperaban 12 semanas de tratamiento con paclitaxel.
La sesión dura unas dos horas, ya que primero pasan la pre-medicación, que son tres goteros distintos, con sus respectivos  sueros de lavado. Los fármacos que se utilizan son dexametasona (un corticoide), ranitidina y polaramine (un antihistaminico).
Un efecto del polaramine es que da sueño, así que me pasaba la mitad del proceso dormitando. Imposible leer, porque me quedaba "frita" en poco tiempo.


Esta quimioterapia se tolera mejor y no suele producir bajadas de defensas importante, aunque también tiene sus efectos secundarios.
Uno de los efectos adversos que puede dar son las reacciones alérgicas. De hecho, en la primera sesión la enfermera se quedó a mi lado durante los 10 minutos iniciales mientras me administraban el paclitaxel. Esto lo hacen porque en el caso de que se produzca una reacción alérgica, suele ocurrir durante este período. Te explican que si notas cualquier síntoma extraño (picor, calor, escalofríos, dificultad para respirar, etc) debes avisar inmediatamente.
Durante las primeras 5 semanas, la enfermera se sentó junto a mi al principio, preparada para poner medicación en el caso de que tuviera una reacción alérgica. Si no se produce ninguna reacción en estas sesiones, es poco probable que ocurra en las siguientes y ya no es necesaria una vigilancia tan estrecha. Pero siempre hay que estar atentas por si aparece una reacción alérgica.

Otros efectos de los taxoles son:
- Caída del cabello. Continué sin pelo durante todas las semanas del tratamiento.
- Neurotoxicidad. Es una toxicidad que afecta a los nervios, produciendo hormigueos y entumecimiento de manos y pies. Yo empecé a notar los dedos de los pies como "dormidos" a partir de la octava sesión. Aún a día de hoy, dos meses y medio después de recibir la última sesión, continua el entumecimiento de los dedos del pie izquierdo. Se supone que con el tiempo estos síntomas desaparecen, aunque en algunas personas pueden persistir por muchos años.
- Astenia o cansancio. Durante las semanas que duró el tratamiento me sentí muy cansada. Es un cansancio distinto al habitual, no se bien como explicarlo. Yo decía, en broma, que era como si un vampiro me hubiera absorbido toda la energía.
- Elevación de las enzimas hepáticas. En mi caso sólo se elevaron en una ocasión y en el siguiente análisis ya estaban en sus valores normales. Afortunadamente no fue necesario suspender el tratamiento.
- Presión arterial baja. Algunos días, cuando salía de la sesión, parecía que había visto a un fantasma. Estaba blanca, débil, incluso a veces tenía temblores. Pero poco a poco iba recuperándome.
- Anemia y disminución de las defensas. Tuve anemia y leucopenia, pero no a niveles tan bajos como para suspender el tratamiento.

Existen otros efectos negativos secundarios al uso de los taxoles, pero gracias a Dios yo no los experimenté. Los mas comunes son:
- Náuseas, vómitos y diarrea.
- Llagas en la boca.
- Alteración de las uñas, que se suelen oscurecer.
- Dolores articulares y musculares.


Algunos consejos mientras estamos en tratamiento con taxoles:
- Hay que protegerse del sol, ya que produce fotosensibilidad. Se debe usar protección solar siempre, evitar la exposición prolongada al sol y usar gafas de sol.
- Beber abundante agua.
- Descansar mucho.
- Llevar una alimentación adecuada, rica en frutas y verduras.
- Usar un cepillo de dientes suave.
- Lavarse las manos con frecuencia y evitar a las personas enfermas.

Y, de sesión en sesión, fueron pasando las 12 semanas. Han sido 3 meses extraños, un verano "robado", huyendo del sol y visitando el hospital todos los jueves. Pero es algo que había que hacer, es parte del proceso de la lucha contra el cáncer.
Ha sido duro, pero he tenido el apoyo de mi familia y amigos. Además con mis peques todo el día en casa, de vacaciones, no he tenido mucho tiempo para pensar en mí. Y gracias a Dios, pude acabar el tratamiento sin ningún retraso.

"La mejor forma de tener paciencia es estar haciendo otra cosa mientras tanto."